MICHAEL RABIN, VIOLINISTA NON PLUS ULTRA

Por Francisco Pereda

“Los solos de violín que interpreta Michael Rabin en la banda sonora de “Rapsodia”, contribuyeron al éxito de nuestra película”

Comentó Elizabeth Taylor en 1954 refiriéndose al joven violinista de 18 años de edad.
Tuve la fortuna de recrear mis años de infancia con grabaciones de los grandes violinistas del pasado. Sin embargo, la impresión de escuchar por primera vez a Michael Rabin, se transformó en una revelación capaz de generar emociones jamás experimentadas hasta entonces. La brillantez y voluptuosidad de su sonido, se proyectaban en una órbita que giraba en torno a un arte lleno de pasión y perfección.
Michael Rabin nació el 2 de mayo de 1936 en New York City. A los 5 años empezó a estudiar piano, pero su destino cambió cuando el médico de la familia quien era un violinista aficionado, le regala un pequeño violín.
En 1947, se presentó como solista con la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba tocando el concierto No. 1 de Wieniawski y en 1950, hizo su debut en Carnegie Hall. Durante 20 años, se mantuvo como el favorito del público en Norte América y el resto del mundo. En 1962, con un hecho sin precedentes en la historia del violín, rompe su propio récord al tocar 26 veces en una semana, el primer movimiento del concierto No. 1 de Paganini.
El paso de Michael Rabin por este mundo fue muy corto. Como el elegido de Euterpe para ser el portador de la antorcha con el fuego divino de la genialidad, su propio fuego lo consumió a la edad de 35 años.
En la cúspide de la fama, el abuso de las drogas lo llevaron a una inestabilidad mental que terminó en una inesperada y trágica muerte. La tarde del 19 de enero de 1972, fue encontrado sin vida en su apartamento de Manhattan. Se cree que resbaló en la alfombra de la sala y se golpeó fuertemente la cabeza. El reporte médico forense, reveló que la supuesta accidental caída se produjo bajo la influencia de una fuerte dosis de barbitúricos.
Uno de sus últimos conciertos tuvo lugar en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, en 1971, interpretó el concierto de Brahms con la Orquesta Sinfónica Nacional.
Hoy, a 84 años de su nacimiento y a 48 de su partida, mis recuerdos me llevan al Lincoln Center, aquí lo escuché en vivo. Aquella noche de octubre de 1968, la sala se llenó de Bach, Bartók, Fauré y Paganini. Las vibraciones creadas por ese universo sonoro revivieron en mi mente la impresión que dormía en mi pasado.
Abandoné el Teatro con el regocijo de haberlo conocido y sobre todo de haberle expresado mi admiración personalmente.

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