NOVENA SINFONÍA DE BEETHOVEN, SÍMBOLO UNIVERSAL DE VASTAS DIMENSIONES DE CONTENIDO HUMANO

Por Francisco Pereda

 

“Para mí, la Novena Sinfonía no se desarrolla en este mundo. Con los ojos de la mente veo con toda claridad que el cuarto movimiento representa el momento en que Beethoven entra en el Paraíso”. Josef Krips

Que esta singular visión del gran director de orquesta, simbolice la anacrusa para dar inicio a un viaje en el tiempo que nos llevará a revivir lo que sucedió un día como hoy hace 196 años: El estreno mundial de la Novena Sinfonía de Beethoven.
El origen de la Novena, cubre en cierta forma la vida entera de Beethoven. La idea de poner música a la “Oda a la Alegría” de Schiller, se remonta a cuando el joven compositor de 23 años vivía en Bonn. Siempre se sintió atraído por las ideas de Alegría, Libertad y Fraternidad que contiene el texto. Desde 1794, parece estar obsesionado con una melodía que aparece con frecuencia en sus apuntes y en algunas obras tempranas, en todas ellas aparece el “Himno a la Alegría” que compondría 30 años después.
La noche del viernes 7 de mayo de 1824, el Teatro de la Corte Imperial de Viena abrió sus puertas a un numeroso público. Entre los más destacados profesionales y aficionados invitados, se formó una monumental orquesta de 85 músicos, algo nunca visto hasta entonces. Se juntaron los coros del Teatro Imperial, de la Musikverein y de Amigos de la Música. Como solistas fueron contratados Henriette Sontag, Soprano; Caroline Unger, Contralto; Anton Heizinger, Tenor y Joseph Seipelt, barítono. Para completar el elenco se contaría con tres directores: Ignaz Schuppanzig, Concertino; Michael Umlauf, Director del Coro y Beethoven que tomaría parte en la dirección de todo el conjunto. Por problemas de logística, solamente dos ensayos fueron programados. Algunos músicos y coreautas protestaron por la dificultad de la obra, por este motivo se les permitió abstenerse de tocar o cantar en los pasajes difíciles.
En realidad Beethoven no dirigió, los músicos ya estaban advertidos de que siguieran solamente a Schuppanzig y a Umlauf. Beethoven estuvo sentado cerca al concertino, iba siguiendo la obra en su partitura haciendo algunos gestos de vez en cuando.
En los últimos 21 compases de la sinfonía, la orquesta parece lanzar gritos de alegría que vuelan al infinito poniendo fin a la obra. Mi intención no es contradecir la tradición, pero según mi punto de vista, Beethoven conocía muy bien los gestos y movimientos de los músicos. No se confundió, sabía que la música había terminado pero no quiso volverse al público. Inmerso en un cósmico silencio, pienso que quería estar con él mismo en el día más glorioso de su vida. El amable gesto de Caroline Unger de tomar del brazo al maestro y hacerle dar vuelta, lo interpreto como una involuntaria interrupción.
El público aplaudía frenéticamente, Beethoven agradeció y los ojos se le llenaron de lágrimas, muchos en el público también lloraban.
En medio de la explosión de la emocionada audiencia, salió a saludar cinco veces, dos más de lo permitido en Viena.
El 12 de enero de 2003, el Consejo Mundial de la UNESCO declaró a la Novena Sinfonía de Beethoven Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Consciente de que muchas veces es peligroso expresar con convicción una opinión personal, me atrevo a decir que para mí, la Novena Sinfonía de Beethoven es la transformación de la melancolía humana en elevación multidimensional. Es como vivir en un mundo en vibración, en donde el tiempo no existe… ha perdido su valor.

 

EL DESCUARTIZAMIENTO DE TUPAC AMARU, EL MÁS INHUMANO MALTRATO IMAGINABLE

Por Francisco Pereda

 

“…Ay, ay, ay, misericordia señor, ay, ay, estoy perdido vuestra señoría, ay, ay, no he tratado con nadie, mira vuestra señoría por María santísima, vuestra señoría, por el rosario de María Santísima, quíteme la vida que había de remediar, por María Santísima, ay, ay, vuestra señoría tendrá que dar cuenta a Dios, ay, ay, misericordioso quíteme la vida…”

Esta fragmentada plegaria acompañaba los lastimeros gritos de agonía de José Gabriel Tupac Amaru suplicando misericordia. Traicionado por su compadre el párroco del pueblo, el 7 de abril de 1781 es capturado y llevado a una prisión en el Cusco. Sin respetar las Leyes de Castilla que prohibían el suplicio y la tortura, el recién llegado visitador de la Corona Benito Mata Linares, ordenó que se le aplicara la tortura de la garrucha de uso común en la Inquisición medieval.
Le ataron sus piernas y sus brazos a la espalda, luego amarraron fuertemente una soga a sus muñecas deslizándola a una polea en el techo. Para hacer más terrible el suplicio, le añadieron 45 kilos de hierro en sus piernas y lo elevaron a una altura de dos metros. El visitador le preguntó por sus cómplices, pero el reo solo se limitó a mencionar los nombres de Jesús, José y la Virgen María. Al no obtener la respuesta esperada, el malvado Mata Linares hizo que lo elevaran hasta el techo y lo soltaran repentinamente en caída libre sosteniendo la soga segundos antes que tocara el piso. Un día como hoy hace 239 años, el corregidor Antonio de Areche llevó a cabo una misión nada cristiana.

El viernes 18 de mayo de 1781, en la WAKAYPATA o “Plaza de las lágrimas”, más conocida como Plaza de Armas del Cusco, Tupac Amaru, su esposa Micaela Bastidas y otros seguidores fueron ejecutados. Es obligado a presenciar cuando le cortaron la lengua a Micaela, con una cuerda la estrangularon y la mataron a patadas. Tupac Amaru correría con la misma suerte. Después de cortarle su lengua, lo ataron a cuatro caballos que corrieron hacia las cuatro esquinas de la plaza para descuartizarlo, pero sus brazos y sus piernas no se separaron de su torso. El sanguinario corregidor presa de su propia ira, frustración y cobardía, ordenó decapitarlo. Se dice que “vino un fuerte y repentino viento y un chubasco cuando Tupac Amaru expiró”. Su pequeño hijo Fernando de 10 años, gritó al ver la agonía de su padre. Era un desgarrador grito que por muchos años repercutió en lo más profundo del corazón de los que estuvieron presentes. El cuerpo de Tupac Amaru fue mutilado, desmembrado y mostrado por partes en los pueblos aledaños para que sirviera de escarmiento a los indios, después fueron quemados y sus cenizas las tiraron al rio Huatanay.

En la antigüedad, los reos políticos que se revelaban contra el Imperio eran crucificados y abandonados a morir de hambre y sed. A diferencia de estos, el rebelde fue víctima de un despiadado tormento cargado de un alto grado de sadismo, nunca tuvo un juicio justo. Con las reformas borbónicas del siglo XVIII, Iglesia y Estado formaron una singular pirámide. El Papa y el Rey a la cabeza, alto y bajo clero en medio, siervos y esclavos en la base.

Ser Rey equivalía a ser virrey de Dios en la tierra, la idea de Carlos III se basaba en que la Religión Católica tiene que ser la única y que había que acabar con las otras, persiguiendo a herejes e inconformes. Los españoles con su Dios del Viejo Testamento asustaron a los indios, quedando desde entonces la salvación del alma como una gran preocupación. Tupac Amaru vio de cerca las peores formas de explotación a su estirpe. Los corruptos corregidores aumentaban los impuestos y las demandas de mano de obra a las poblaciones indígenas. Bajo la consigna de “Calla, reza y trabaja”, los indios eran obligados a trabajar en las minas con sueldos miserables, el diezmo que pagaban a la Iglesia era conocido como “La plata del Rey”. La rebelión de Tupac Amaru ciertamente representó un gran peligro para los intereses del poder político y religioso, por lo tanto, según mi punto de vista, ese fue uno de los motivos por el cual le dieron tan inhumano maltrato. Que la fusión del mito y utopía que encierra el alma inmortal de estos seres, nos impulse a seguir buscando la igualdad, justicia y el honor entre los seres humanos.

 

BELA BARTÓK Y UN AMOR “INTERROTTO” DE RITMO ASIMÉTRICO

Por Francisco Pereda

“Si alguna vez me santiguo será en nombre de la Naturaleza, el Arte y la Ciencia… ¿no es suficiente?”
Bela Bartók

Esta fue la respuesta del compositor húngaro cuando le preguntaron si tenía creencias religiosas. Músicos, poetas, pintores, escultores, escritores y cineastas, han utilizado códigos secretos y símbolos para plasmar en sus obras, mensajes que encierran sorprendentes secretos. La Chacona para violín solo de Bach por ejemplo, consta de un Tema y 32 Variaciones que simbolizan los años de la vida de Cristo.


En 1907, la violinista húngara de 19 años Stefi Geyer, bella rubia de ojos azules y dotada de un gran talento, era una alumna excepcional en la Academia de Música de Budapest. El joven maestro de piano Bela Bartók, no pudo evitar ser víctima de su mágico hechizo; quedó perdidamente enamorado de Stefi.
Bartók le escribe apasionadas cartas de amor y compone para ella su primer concierto para violín, llegando a ser esta confesión musical un testamento de amor por Stefi.
El concierto No.1 para violín tiene dos movimientos, es un retrato de su amada y un claro reflejo de un aspecto importante de la vida de Bela Bartók. Un motivo de cuatro notas representa a Stefi, el cual aparece y reaparece en el transcurso de la obra. El primer movimiento representa a Stefi como persona idolatrada y como mujer celestial. El segundo movimiento está nutrido de sabor folclórico; representa la alegría, el agudo y divertido temperamento y el sentido profundo de la vida interior de Stefi.

Aparentemente, Bartók no adoptó la mejor forma de cortejar a una dama de clase media de familia católica como era Stefi. Convencido de sus creencias y de su propia visión del mundo, Bartók le expresó abiertamente que no estaba de acuerdo con las ideas de la tradición católica, pero que respetaría su determinación de seguir practicando sus creencias. Esta actitud, alejó a Bartók de toda posibilidad de matrimonio con Stefi.
El 5 de octubre de 1908, Bela Bartók terminó de escribir el concierto y se apresuró a entregárselo a Stefi, pero antes de recibirlo, ella le dijo que no tenía intenciones de casarse con él, a pesar que sabía de su intensa pasión por ella. El compositor quedó devastado con la certeza de que lo que había escrito, era música para su propio funeral. Stefi guardó el concierto en el cajón de su escritorio en donde permaneció hasta el año que murió en 1956. En 1958, el violinista Isaac Stern hizo el estreno mundial de la obra.

Bela Bartók, enemigo acérrimo del Nazismo, abandonó Europa en 1940 para radicar en Nueva York. Uno de los más grandes compositores modernos y gran folklorista. En su juventud recorrió diferentes regiones de Hungría, llegando hasta Transilvania, la tierra del Conde Drácula para recopilar cientos de melodías folclóricas para elevarlas a un plano de grandes dimensiones en la música sinfónica de concierto. En el abandono y enfermo de leucemia, murió en 1945.
Según mi apreciación personal, Bartók y Stefi eran conscientes de los valores propios del intercambio emocional que emanaba de la música pero que no iban acorde con los convencionalismos de Religión y Sociedad propios de la Alta Burguesía de la época. Por otro lado, él siempre fue sincero y sin máscara de manso cordero, no tuvo que aparentar ni mentir para luego transformarse en lobo. Lo considero un valiente guerrero de su destino que no quiso ser canario en jaula de oro, prefirió ser pájaro salvaje.