Por Francisco Pereda
“…Ay, ay, ay, misericordia señor, ay, ay, estoy perdido vuestra señoría, ay, ay, no he tratado con nadie, mira vuestra señoría por María santísima, vuestra señoría, por el rosario de María Santísima, quíteme la vida que había de remediar, por María Santísima, ay, ay, vuestra señoría tendrá que dar cuenta a Dios, ay, ay, misericordioso quíteme la vida…”
Esta fragmentada plegaria acompañaba los lastimeros gritos de agonía de José Gabriel Tupac Amaru suplicando misericordia. Traicionado por su compadre el párroco del pueblo, el 7 de abril de 1781 es capturado y llevado a una prisión en el Cusco. Sin respetar las Leyes de Castilla que prohibían el suplicio y la tortura, el recién llegado visitador de la Corona Benito Mata Linares, ordenó que se le aplicara la tortura de la garrucha de uso común en la Inquisición medieval.
Le ataron sus piernas y sus brazos a la espalda, luego amarraron fuertemente una soga a sus muñecas deslizándola a una polea en el techo. Para hacer más terrible el suplicio, le añadieron 45 kilos de hierro en sus piernas y lo elevaron a una altura de dos metros. El visitador le preguntó por sus cómplices, pero el reo solo se limitó a mencionar los nombres de Jesús, José y la Virgen María. Al no obtener la respuesta esperada, el malvado Mata Linares hizo que lo elevaran hasta el techo y lo soltaran repentinamente en caída libre sosteniendo la soga segundos antes que tocara el piso. Un día como hoy hace 239 años, el corregidor Antonio de Areche llevó a cabo una misión nada cristiana.
El viernes 18 de mayo de 1781, en la WAKAYPATA o “Plaza de las lágrimas”, más conocida como Plaza de Armas del Cusco, Tupac Amaru, su esposa Micaela Bastidas y otros seguidores fueron ejecutados. Es obligado a presenciar cuando le cortaron la lengua a Micaela, con una cuerda la estrangularon y la mataron a patadas. Tupac Amaru correría con la misma suerte. Después de cortarle su lengua, lo ataron a cuatro caballos que corrieron hacia las cuatro esquinas de la plaza para descuartizarlo, pero sus brazos y sus piernas no se separaron de su torso. El sanguinario corregidor presa de su propia ira, frustración y cobardía, ordenó decapitarlo. Se dice que “vino un fuerte y repentino viento y un chubasco cuando Tupac Amaru expiró”. Su pequeño hijo Fernando de 10 años, gritó al ver la agonía de su padre. Era un desgarrador grito que por muchos años repercutió en lo más profundo del corazón de los que estuvieron presentes. El cuerpo de Tupac Amaru fue mutilado, desmembrado y mostrado por partes en los pueblos aledaños para que sirviera de escarmiento a los indios, después fueron quemados y sus cenizas las tiraron al rio Huatanay.
En la antigüedad, los reos políticos que se revelaban contra el Imperio eran crucificados y abandonados a morir de hambre y sed. A diferencia de estos, el rebelde fue víctima de un despiadado tormento cargado de un alto grado de sadismo, nunca tuvo un juicio justo. Con las reformas borbónicas del siglo XVIII, Iglesia y Estado formaron una singular pirámide. El Papa y el Rey a la cabeza, alto y bajo clero en medio, siervos y esclavos en la base.
Ser Rey equivalía a ser virrey de Dios en la tierra, la idea de Carlos III se basaba en que la Religión Católica tiene que ser la única y que había que acabar con las otras, persiguiendo a herejes e inconformes. Los españoles con su Dios del Viejo Testamento asustaron a los indios, quedando desde entonces la salvación del alma como una gran preocupación. Tupac Amaru vio de cerca las peores formas de explotación a su estirpe. Los corruptos corregidores aumentaban los impuestos y las demandas de mano de obra a las poblaciones indígenas. Bajo la consigna de “Calla, reza y trabaja”, los indios eran obligados a trabajar en las minas con sueldos miserables, el diezmo que pagaban a la Iglesia era conocido como “La plata del Rey”. La rebelión de Tupac Amaru ciertamente representó un gran peligro para los intereses del poder político y religioso, por lo tanto, según mi punto de vista, ese fue uno de los motivos por el cual le dieron tan inhumano maltrato. Que la fusión del mito y utopía que encierra el alma inmortal de estos seres, nos impulse a seguir buscando la igualdad, justicia y el honor entre los seres humanos.